lunes, 3 de marzo de 2008

Santiago de Compostela (I): curiosidades

Este fin de semana estuvimos pasándolo en grande en Santiago de Compostela. Os recomiendo que os acerquéis hasta esta ciudad gallega con alguna oferta de Vueling, por ejemplo, y os alojéis en el Hostal O'Artilleiro donde nos atendieron de forma excelente y a un precio de risa.

Un fin de semana dan para callejear mucho por la ciudad y es que el casco antiguo no es demasiado grande y se puede ver perfectamente en un día, pero con más tiempo se aprecian detalles y curiosidades que a mí me llamaron la atención:

Santiago es una ciudad llena de zonas verdes y en pleno Parque de la Música se atraviesa un riachuelo de lo más cuco lleno de helechos que contrasta con la escasez de agua de mis tierras...

En la Praza da Quintana se puede observar un monumento recordatorio al Batallón Literario que luchó en la época de la guerra de la Independencia, aunque el primer batallón literario data de 1663 cuando estudiantes de la Universidad de Santiago se agrupan para luchar contra Portugal. Su formación es paralela a la de otros batallones que se agrupaban por sectores profesionales.

Vista de la Praza de Cervantes desde la Rúa de Acibecheria. En esta plaza se alza una fuente con el busto del escritor de El Quijote, pero antes de que se proyectase tal monumento, en esta plaza la Inquisición celebraba autos de fe y una gran cruz señalaba el lugar en el que se instalaba el patíbulo.

Me gustó especialmente la arquitectura típica compostelana que vivió su gran época durante el siglo XVIII cuando numerosos arzobispos encargaron palacetes donde residir. La mayoría de estos edificios son de tres o cuatro plantas, estando las superiores forradas en sus fachadas por unas balconadas preciosas que guardan las galerías. Algunos de estos edificios mantienen los soportales en forma de arcos.

El plan urbanístico y arquitectónico de Santiago durante el siglo XVIII no debía contemplar el espacio que tenían que guardar los diferentes edificios entre sí y eso da como resultado callejuelas realmente estrechas, como ésta, la de Entrerrúas que comunica la rúa de Villar y la rúa Nova y por el que en uno de sus tramos sólo puede cruzarlo una sola persona.

En el Museo do Pobo Galego se encuentra una escalera de caracol preciosa por su belleza y horripilante para todos aquellos que padecemos de vértigo. Subirla me produjo un mareo enorme, pero valió la pena. Se trata de una triple escalera de caracol que comunica las diferentes salas del museo. Son tres tramos de escaleras independientes y sólo uno de ellos asciende hasta lo más alto del edificio donde se encuentra un mirador con excelentes vistas a la ciudad.

En el Parque de la Alameda pasan el día Las dos Marías, la estátua a tamaño natural de dos personajes reales de la vida santiaguesa de principios del siglo XX que despertaban mucho cariño popular. Son dos hermanas, Maruxa y Coralia, costureras que durante toda su vida acudieron a pasear por el parque con la esperanza de encontrar marido entre los numerosos estudiantes santiagueses. El paso de los años sin encontrar con quien casarse acentuó la obsesión así como la exageración de sus vestimentas y maquillajes para conseguir llamar la atención de los estudiantes.

Más Santiago de Compostela en próximas entregas...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Realment un viatge ideal per un cap de setmana, es pot veure tot sense preses.

Anónimo dijo...

La olor que feia a la plaça de Cervantes era molt característica, em recordava a... la justícia.

El Batallón Literario va ser el més terrible de tots, la seva munició era terrorífica i devastadora: els llibres més grossos de la biblioteca, que els van llençar sense escrúpols contra els enemics sense respectar les convencions internacionals de drets humans. És més, per fer mal psicològic al contrari escollien determinades temàtiques que turmentaven els pobres portuguesos (vaja, almenys els que sabien llegir...).