martes, 17 de junio de 2008

Mercè Rodoreda: La mort de la innocència

El domingo pasado fue el último día que se podía visitar la exposición Mercè Rodoreda: la mort de la innocència, en el Palau Robert. A riesgo de parecer una friki total, confieso que he ido cuatro veces, pero qué queréis es gratuita y es una maravilla. A través de un circuito, el visitante se pasea por cuatro escenarios que evocan los mundos creados por la escritora en cuatro de sus novelas: La Plaça del Diamant, La mort i la primavera, Mirall Trencat i Quanta, quanta guerra. Cada escenario utiliza objetos, fotografías, olores, juegos visuales para que puedas sentirte dentro de la novela.

una tele donde se podía ver la entrevista a Rodoreda en el programa A fondo durante la década de los 70

El escenario que recrea La Plaça del Diamant se sirve de un laberinto donde se escuchan los bailes en el "envelat" de la Fiesta Mayor de Gracia, el piar de las palomas, vemos los comederos, el pienso, el palomar con las vigas infestadas de pájaros...

"La quería kafkiana, muy kafkiana, absurda, claro, con muchas palomas; quería que las palomas ahogaran a la protagonista desde el principio hasta el final. Y fue naciendo dentro de mí, cuando todavía no me había sentado delante de la máquina con un montón de hojas de papel al lado, lo que tenía que ser La Plaça del Diamant. La escribí febrilmente, como si cada día de trabajo fuese el último de mi vida."

"Trabajaba cegada; por la tarde corregía lo que había escrito por la mañana, intentando que, a pesar de las prisas con las que escribía, el caballo no se me desbocara, aguantando bien las riendas para que no se desviara del camino. Hay quien habla de explosión narrativa. No sé lo que significa. Escribir una novela, que es un trabajo sostenido, requiere calma, mucho dominio de unos mismo." (1982)

El escenario de La Plaça del Diamant me transmitió toda la asfixia, y también quizá un punto de locura al final del recorrido, que siente la Colometa en la novela.

"La mort i la primavera es muy bueno. Terriblemente poético y terriblemente negro. Con mi estilo de hasta ahora: primera persona e intentando decir las cosas del modo más puro e inesperado." (1961)

el olor a plantas, a hierba recién cortada...

"En Espejo roto muere mucha gente. Ocho o nueve personas, me parece. Todas han tenido que ir muriendo porque yo lo he querido, porque yo he sido su destino. Por eso vivos y muertos están cerca de mí. Les observo y me observan. Poco a poco han ido adquiriendo relieve, se me han convertido en personas de carne y hueso, completamente familiares. Al notario Riera lo veo con frecuencia; se pase por los bosques de Romanyà, a la sombra de las encinas, donde he acabado de escribir Espejo roto. Miramos juntos las puestas de sol más acarminadas del mundo y los nacimientos de luna más emperlados. Teresa, Sofía, Armanda, también vienen. Todas pendientes de mí y yo de sus actos. Quizá me encuentre con ellas en el cielo o en el infierno." (1974)

"En cuanto bajaron del coche, Teresa se quedó tan asombrada que sólo acertó a decir: "¡Señor, si parece un castillo!" Al pie de la verja nacía un camino muy ancho, bordeado de castaños; al fondo, la casa de tres pisos de altura, con dos torres y tejados de ladrillo verde, cubiertos de hiedra, cuyas hojas iban adquiriendo un tono rojizo, se recortaba conta el cielo otoñal."

una pared de espejos rotos

el árbol y tumba de laurel

Mirall Trencat es mi novela rodorediana favorita. La leí cuando iba al instituto y me atrapó al momento. La saga familiar, la casa, los triángulos, los niños, las violetas... Guardo esa edición adolescente como oro en paño, dentro de una caja de lata, las páginas desencoladas. Me gustaría comprarme uno nuevo, pero no he encontrado una edición que haga justicia a la novela.

"Tenía que crear un personaje y lanzarlo a correr mundo. ¿Un vagabundo? No. Los vagabundos ya están acostumbrados a ir por el mundo y el mundo no les sorprende apenas. ¿Quizás un soldado? Debería tratarse de un muchacho con el sabor de la leche todavía en los labios, que, como los poetas, quedara sorprendido por todo lo que viera. Atraparlo en medio del desorden de la guerra para que pudiera hacer cuánto se le antojara e ir adonde tuviera ganas de ir. Procurarle aventuras con gente extraña. ¿Por qué no una novela, digamos, de guerra con poca guerra?" (1980)

Todos los textos entrecomillados son declaraciones de la autora sobre su obra o fragmentos de ellas, y proceden del catálogo de la exposición que es un auténtico regalo para mitómanos rodoredianos: relleno de extratos de las cuatro novelas, una cronología biográfica de la autora y varias páginas de fotos de diferentes ediciones de sus novelas, de su vida y de las diferentes casas donde vivió.

Los catálogos estaban disponibles en catalán, castellano, inglés y francés. Yo, por supuesto, me llevé uno de cada y también hice esta composición (la que véis arriba es de Cristina, a la que también le gustó mucho la exposición). Si no pudisteis ir, espero que hayáis disfrutado con las fotos y los textos que he colgado y es que tengo la exposición retratada al milímetro. Ahora que lo pienso, también podría haber hecho un vídeo y habríais hecho el recorrido de forma virtual..., pero tan friki no soy.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba leyendo la entrada fascinada, pensando que te iba a comentar que a mí también me había encantado la exposición cuando voy y me topo con mi propia foto, qué gracia.

Las fotos de la exposición te han quedado chulísimas. Yo estuve muy tentada de hacer alguna (la de la casa de muñecas) pero al final sólo hice un par con el móvil.

Irisibula dijo...

ja, ja, a mí también me hizo mucha gracia ver tu foto en su momento porque cuando cogí las postales en la exposición fue para hacer la misma composición, en realidad lo han cuarteado para que esa sea su función ¿no? si quieres te envío las fotos...

Anónimo dijo...

Digo yo... llevarse sólo una de las postales es muy raro.

Ejem... ya te cogí alguna foto el otro día. Muchas gracias :)