sábado, 16 de mayo de 2009

Cómo se hizo el tiburón del Carmelo

En febrero el artista Blu vino a Barcelona para participar en un festival que organizaba el CCCB y se nos plantó en el Carmelo para dibujarnos un tiburón con escamas de billetes de cien euros. Os lo conté en su momento, pero ahora me he topado con un making of del graffiti y me ha parecido interesante. Así que si quieres verlo, pincha play.

martes, 12 de mayo de 2009

Pichí: In Memoriam (2006-2009)

No se puede decir que no vivió la vida al límite...

su mejor foto

su vida: la comida y... la comida

seguro que lo pasas bien en el cielo de los hámsters

domingo, 10 de mayo de 2009

¿Por qué leer?

Habría que decir ¡porque sí! o ¡porque no!

Gaturro, ilustración de Nik

Ves a saber..., pero en la revista CLIJ especialistas, escritores, ilustradores y bibliotecarios nos dan su opinión. De todas las opiniones que han salido mis favoritas son las de Oblit, propietaria de la librería Casa Anita (sí, ya sé que soy muy fan...):

Leo para saber más cosas de mí y de los demás. Leo para entenderme mejor a mí misma y así poder comprender a los que me rodean y me importan. [...]

Me gusta descubrir que hay lecturas que comparto con gente parecida a mí y también con personas completamente diferentes y, sin embargo, las historias que nos han interesado son las mismas. Me complace y me divierte encontrar a infinitos seguidores de Jim Botón y Lucas, el maquinista, y saber que éramos muchos los que nos preguntábamos qué era aquello del jengibre que comían Los Cinco. Me gusta ver caer, una y otra vez, al capitán Haddock en el mismo escalón antes de que llegue la fabulosa Bianca Castafiore y ver como mis hijos siguen tropezando con el mismo peldaño.

y Margaret Mahy, escritora que en mis lecturas infantiles me marcó profundamente:

Nunca olvidaré cómo aprendí a leer. Cuando era niña, las palabras correteaban frente a mis ojos como pequeños escarabajos escurridizos. Pero yo era más inteligente que ellas. Aprendí a reconocerlas sin importar su veloz carrera. Por fin, pude abrir los libros y entender lo que estaba escrito en ellos. Fui capaz de leer cuentos y chistes y poemas yo sola. [...] Por supuesto, hubo sorpresas. La lectura me dio poder sobre los cuentos y de alguna manera también les dio poder a los cuentos sobre mí. Nunca he podido escapar de ellos. Eso hace parte del misterio de la lectura.

Bibliotecas de la provincia de Barcelona donde podéis coger en préstamo la revista CLIJ

viernes, 8 de mayo de 2009

Poesía de viernes (I): Una mapirisa risa que riza, de María Cristina Ramos

Para aquellos que quieran empezar el fin de semana con una carcajada, les recomiendo el libro que publica Océano (atención amantes de la LIJ, que Océano está volviendo con fuerza y publicando cosas chulísimas) de María Cristina Ramos sobre las desventuras de una mariposa que ha perdido el color de sus alas. Las rimas y el ritmo son divertidas, juega con los trabalenguas y se hace difícil (ahí está la gracia) leerlo de corrillo en voz alta sin tropezar con las letras.

Una mapirisa risa que riza
de María Cristina Ramos e ilustrado por Claudia Legnazzi

En la marirronda
de las mariposas,
maricuriosea
una marirrosa.
Traía un vestido
muy mariposeado,
pero un viento loco
se lo ha despintado.
Y risa que riza,
blanca mapirisa,
buscando colores,
girando en la brisa.
Largas patas largas,
maribailarina,
baila un bailecito
sobre las espinas.



Todavía no ha llegado este poemario para niños a las bibliotecas de la provincia de Barcelona, pero estén atentos, no tardará...

RAMOS, María Cristina; LEGNAZZI, Claudia. Una mapirisa risa que riza. Barcelona: Océano, 2008. ISBN 978-970-777-436-0.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El bibliotecario Tony Soprano

Cuando empecé a trabajar en la sección infantil de la biblio pública y a gestionar las compras para el área, tuve claro que gastaría el presupuesto en librerías independientes pasando de las grandes cadenas y establecimientos medianos y así ganar en calidad, ya que la atención y especialización que te proporciona un librero pequeño e independiente no tiene nada que ver. Es una relación donde gana el librero porque tiene como cliente a una biblioteca y le permite sobrevivir al lado de las grandes cadenas y el bibliotecario porque sabe que está adquiriendo un producto de calidad ya que el librero le aconseja con conocimiento de causa.



Cuento todo esto porque me quedé de piedra cuando leí en el número 169 de la revista Educación y Biblioteca un artículo de la propietaria de una librería infantil y juvenil de Madrid donde se califica la relación comercial librero-biblioteca de "cantos de sirena". Y más patidifusa cuando profundicé y me encontré con esto:

"[...] una biblioteca pública tiene presupuesto para adquirir 1.500 títulos infantiles y juveniles y los quiere comprar en su librería. ¿Requisitos? El máximo descuento oficial para bibliotecas, servicio a domicilio, el compromiso de enviar regularmente reseñas de novedades durante un tiempo indefinido, devolución de los ejemplares adquiridos si fuera necesario y pago en tres meses. Si el librero no es atolondrado, lo pensará un momento antes de aceptar tan "jugoso" ofrecimiento".

"[...] entre que los libros se encargan, reciben, registran [... ] y salen de la librería, pasará entre uno y dos meses en [...] los que sin duda su atención al cliente diario se verá resentida. Aun así, el pequeño librero siempre está ávido de nuevas ventas, pues su supervivencia depende de ello. De manera que empieza a hacer números: el precio medio del libro infantil es de unos 10 euros, por lo que esa venta reportará un ingreso aproximado de 15.000 euros. ¿Jugoso? Si contásemos con el margen con el que suele trabajar (30%), serían unos 4.500 euros de beneficio; pero hay que restar el descuento exigido por la biblioteca (15% = 2.250 euros), [...] el beneficio real que el librero sacará de toda la operación será de menos de 2.000 euros por unos dos meses de trabajo y una inversión sustancial de capital."

Vale la pena recordar ahora que en nuestro país el comercio del libro se rige por el precio fijo que significa que ningún libro se puede vender al público com más del 5% de descuento a excepción de las ventas a instituciones culturales que tienen hasta el 15% de descuento (creo que en Cataluña es un 10%). Volvamos al artículo:

"[...] con esos 2.250 euros de beneficio bruto por dos meses de trabajo -que [...] al final serán mucho menos si contamos con el coste real de la operación, llamadas de teléfono, horas invertidas y, sobre todo, intereses de demora-, el bibliotecario exige que le sirvan gratuitamente los libros a domicilio y además quiere pagarlos en tres meses. [...] el librero saber perfectamente que esos tres meses fácilmente pueden convertirse en siete o en once. Por ello tendrá que pedir un crédito al banco por un importe de unos 10.500 euros al 5% anual (525 euros al año), pues él si paga a sus proveedores a 30 días".

"Así, lo mejor hubiera sido que el bibliotecario se dirigiera directamente a gran cadena de librerías. Pero no lo hace, porque además de aquellos requisitos, quiere un servicio personalizado, quiere un librero que se encargue de localizar 1.500 títulos, [...] le reseñe novedades. Ninguna gran cadena de librerías pierde tiempo (y dinero) en algo así. Por eso, y como el bibliotecario también sabe que el librero necesita de sus compras para sobrevivir, tiene la osadía de pedírselo".

Vaya, que leyendo el artículo parece que nuestra profesión la enseñen en la escuela de bibliotecarios mafiosos de Tony Soprano. Sólo nos falta ir a la librería con Ralphie Cifaretto y dar castañazos a los libreros que no nos redacten las guías de lectura y recomendaciones.

La semana pasada cuando viajé a Madrid a ver a unos amigos, también bibliotecarios y libreros, pregunté por la situación y se ve que la ya de por sí situación abusiva (administración-bibliotecas-librerías) el tema se ha agravado: la crisis está haciendo que lo que antes era pagos retrasados ahora sean indefinidos y tres librerías madrileñas especializadas, pequeñas e independientes se han visto obligadas a cerrar por haberse endeudado con el banco. Y las bibliotecas siguen sin pagar. Es más, realizan nuevos encargos sin haber abonado los anteriores.

Tanto a mí como a una de mis amigas (bibliotecaria vasca) nos choca mucho la situación ya que en nuestras bibliotecas si no hay dinero no hay libros y mucho menos compras. Os recomiendo que os hagáis con la revista y leáis el artículo porque es muy interesante la explicación que hace sobre el tema.

ANSÓN BALMASEDA, Marta. El canto de sirena de la venta a bibliotecas: la perspectiva del librero. Educación y Biblioteca. 2009, año 21, nº169, p. 14-16.

lunes, 4 de mayo de 2009

Poesía de lunes (I): La luna sabe a coco, de Juan Kruz Igerabide

No sé qué me pasa últimamente que los fines de semana se me joden (la lluvia, las tonterías, etc) y por tanto también los planes que vienen de la mano. Encima éste último que acaba de pasar venía con día festivo incorporado que me pasé atormentada por una biblio-conspiración (créanme, son las peores) que, de momento, se desarrolla sólo en mi cabeza (y espero que ahí se quede...)

Para intentar aliviar tensiones me he provisto de una ración de poesía, poesía dulce y sanadora. Les dejo una muestra y ya me dirán si cogen algún botón...

La luna sabe a coco
de Juan Kruz Igerabide e ilustrado por Antonio Santos

Una obra con algunos poemas MEMORABLES (sí, en mayúscula), la mayoría cortos y algunos haikus de raíz tradicional que evocan imágenes clásicas.

Pregunto a mi cuerpo
si hace un instante
estaba conmigo.

Eres tú

Eres luz
que talla mis sombras
eres fuego
que calienta mis pupilas
eres lluvia
que empapa mi memoria
eres tú
que escarbas en mi yo

Yo tuve una novia
sin que
ella lo supiera.

Mi vida en un tazón de leche

Mi vida en un tazón de leche;
la cucharilla da vueltas.

El azúcar de la felicidad invisible
se disuelve en la blancura del recuerdo.

El rostro de mi madre a punto de asomarse
la frente de mi padre en el fondo
mis hermanos en el torbellino...

Y yo, que tengo que tomármelo todo
y pasarme la lengua por los labios.

IGERABIDE, Juan Kruz; SANTOS, Antonio [il]. La luna sabe a coco. Madrid: Anaya, 2008. 91 pág. ISBN 978-84-667-7676-9.